domingo, 7 de febrero de 2016

A las ovejas negras

Otra vez estoy aquí, escribiendo desde la comodidad de mi cuarto las cosas que soy incapaz de decir en voz alta.

Siempre he creído que ser diferente era algo bueno, que nos hacia mejores que el resto que son simples copias de una realidad que solo soñamos, y que por esto mismo somos privilegiados.
Nos enseñan que esto está bien, que nos merecemos ser mejores y únicos, que podemos hacer el mal aunque haya consecuencias, que el tiempo es oro y debemos estudiar y trabajar para que el rato que estés aquí merezca la pena. Nos dicen que debes ser productivo, que aspiras a servir para algo, o para alguien. Enseñan que el hombre es mejor que la mujer, que los ancianos han agotado su tiempo aquí y pueden ser olvidados en un asilo, que las niñas son débiles, que siempre exageramos y nunca es para tanto, que el sufrimiento no es verdadero si no te afecta a ti y que una tragedia solo es tragedia si sale por televisión.
Nos dicen que la moral y la humanidad existe.
Yo ya no me lo creo
No somos tan diferentes. Es cierto que existen cosas que nos separan, como una ideología o una injusticia, o incluso el mar es una barrera física que nos separa.
Si dejásemos de mirar fuera de nosotros y de pensar que somos el ombligo del mundo, llegaríamos a la conclusión que son más cosas las que nos unen que las que nos separan.
Cada uno tiene un concepto distinto de lo que es la vida, y por tanto cada uno gasta su tiempo en lo que cree que es su forma de estar en el mundo. Todos queremos, y cada uno lo hace a su manera: con la cabeza, con el corazón o con las entrañas. Todos y cada uno de nosotros somos capaces de desear la peor de las desdichas a quien nos hace daño y de echar de menos hasta que las mariposas del estómago se conviertan en angustia sin pasar por la fase de pupa.
Y tal vez nos divida nuestra biología y algunos tengan más suerte que otros. Tal vez algunos sigan en este sueño utópico donde uno es más que el otro, y no se den cuenta de que todos somos esclavos del mismo sistema y que somos ovejas del mismo rebaño.
Somos diferentemente iguales, pero por suerte existen las ovejas negras, y quiero agradeceros vuestra existencia porque me salvasteis la vida, porque yo también me sentía atrapada en un mundo que no consideraba mio y ahora soy un poco más libre.
Seguid siendo extraños, que eso es lo que mueve el mundo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario