miércoles, 15 de junio de 2016

Historias de esa niña (parte 1)

Tiendo a poetizar el dolor.
Querría poder decir que solía hacerlo, pero la cruda realidad es que aún lo hago.
A veces anida en mí, y parece que hiberna, pero sólo está esperando a la siguiente primavera, cuando todo florece y hace calor.
Entonces vuelve.

Solía decir que la soledad jugaba conmigo.
A veces se iba, pero he vuelto a encontrarme sola empujando mi propio columpio, jugando a cuidar sin ser cuidada.
Y me siento sola, aún estando contigo, o con él, o con ella.
Hay una inquilina que no deja de arañarme las entrañas para que no olvide que está ahí.

Mis ojos, a veces joviales y tantas otras enrojecidos, ya se deben estar cansando de mi.
Mi boca, harta de reivindicar imposibles y de querer.
Mis manos, que ya no saben describirte ni ayudarme.
Mi estómago, lleno de selvas y de niños, ahora solo hace ruido para comer.

Ya
no
podéis
ayudarme 










martes, 31 de mayo de 2016

Mi chica revolucionaria no es poesía

Mi chica revolucionaria no es poesía. No deberías siquiera describirla con palabras que tratan de un cuento sobre superación que ni entiendes.
Cómo puedes hablar sobre una lucha que no es tuya, cómo puedes hablar de una líder cuando eres un simple observador de la metamorfosis.
Esa chica de la que tu hablas, es la que se enfrenta a quien le chista en la calle como si fuera un perro, la que abre las piernas más que tu en el metro para que no ocupes su espacio vital.
Es la que sale a la calle para luchar por los derechos que aún en el siglo XXI se le recortan y la que se queda en casa apoyando a sus hermanas, la que hace lo que le da gana, la que cuida, la que enseña, la que te bronquea por no entenderla, la que quiere igualdad para todas y para todos.
La revolución es salir del mundo de rosas que nos han pintado y aceptar todos los matices de grises que encuentres. También es hacer tu voz se escuche, es hacerte valer, es quererte.
Definitivamente no es poesía.

Y por cierto, no, no es tu chica, porque no es de nadie. Tu no puedes poseer una revolución. Ella es su propia revolución (e igual que digo ella, digo él).

Mi chica revolucionaria soy yo, no un par de palabras en papel, y a mi nadie me describe con poesías y florituras, porque ni el mejor de los poetas ni de los escritores podría describir la condena que he superado por lo que soy y por lo que me impusieron.
Nadie podría plasmar en un papel los insultos que describes por salirte del rebaño, las caras en la calle por llevar lo que crees que te sienta mejor, o los murmullos por hablar sobre sexo, masturbaciones o mostrar tu sexualidad reprimida.
Feminazi, comepenes, hembrista, gay, comehombres, extremista, maricón... Todo esto lo habrá escuchado o visto cualquiera que luche por la causa, y no se dan cuenta de que eso solo nos hace empoderarnos más y darnos cuenta de la urgencia de instaurar la igualdad y el respeto para todos.
Vosotras y vosotros, los que a pesar de los insultos, el desprestigio y el agotamiento mental seguís luchando, vosotros sois revolución.

domingo, 3 de abril de 2016

Lo bonito de la oscuridad

Hay momentos en tu vida en los que te sientes flotando en un mar enorme, cuya superficie es hermosa porque el sol brilla sobre ella y la hace azul cristalina. Ves la orilla, ves barcos volando y niños sobre flotadores. Las nubes se ríen de ti. El  fondo, sin embargo, es oscuro, aterrador y lleno de monstruos marinos. Nunca te atreviste a sumergirte, siempre tuviste miedo de tocar la arena fría del fondo y que algún pez te comiese los dedos de los pies, porque la superficie siempre fue más cálida y cómoda.

Ahora es la vida quien te ahoga. Sus enormes mano te estrellan contra las olas, y tu coges bocanadas de aire, pero nunca son suficientes. Luchas contra esta fuerza por volver a ver el sol.

De repente todo está oscuro. 
Me ahogo, no puedo respirar, noto viscosidades tocando mi cuerpo. Puedo moverme, sé que es agua lo que me rodea, pero es todo miedo.

Vaya, eran mis ojos los que no me dejaban ver.

Los abro, y descubro que hay motas de luz en la oscuridad, que son pequeñas partículas atravesadas por la luz y que parecen estrellas que se mueven con la corriente.
Sigo rodeada de oscuridad, pero esas viscosidades ahora son peces de un millón de colores, la arena del fondo está fría, pero alberga plantas capaces de vivir de los nutrientes del mar y la oscuridad, como si fueran hijas del mismísimo demonio. 
Veo medusas, veo barcos pasando por encima de mi cabeza.
Estoy totalmente sumergida.

Toma impulso y sal a la superficie, me dijeron. Ahora sé que nunca estuvieron aquí abajo.

La vida, esa mano que me empujó para que muriese en las profundidades, me brindó la oportunidad de encontrar la belleza de lo que no conocía.
Mis miedos, que antes me mordían los dedos de los pies, ahora nadan a mi alrededor, cada uno con su historia y su color. Ahora puedo aceptaros, porque os he conocido y he aprendido de vosotros, y algún día tal vez podáis desaparecer en el inmenso mar de mi vida.
Mis inseguridades, las viscosidades rasposas que se pegaban a mi e intentaba arrancar, han pasado a ser parte de mi. Ahora puedo aceptaros, porque me quiero y entiendo que me hacéis ser lo que soy, y que esas diferencias me hacen hermosa.

La arena sigue siendo fría, pero es firme. Ahora si puedo impulsarme sobre ella.

martes, 15 de marzo de 2016

Una noche más

Eres como ahogarse, revivir, y vivir amando en el mar, como un invierno que se transforma en primavera. Y yo ya nos siento floreciendo.

Solían decirme que los mejores momentos son los comienzos, y estoy empezando a pensar que me mintieron. Me miro ahora, y mi yo del pasado no me creería si le contase lo que siento ahora. No sé tu, pero yo soy afortunada y feliz, porque descubrí que la piel del monstruo estaba hecha de flores. Y aún así, quise encontrar las espinas y tus pétalos para conocerte y quererte, y desde luego que los encontré, e igual que tú descubrí que no todo es flotar en nubes, que todo vaya bien y que no existan diferencias. Esas diferencias y lo que cada uno siente nos hace lo que somos, y si hemos conseguido conectar tan bien, no podemos ser tan malos.
Y bueno, ahora te quiero, mañana tal vez siga haciéndolo, y sigue siendo gracioso que me pregunten el por qué de cantar en la ducha o bailar delante del espejo, si no te han leído en braille en una habitación a oscuras o no me han escuchado reírme a carcajadas estando sola en mi cuarto.

Mi vida también fue una mancha negra en un lienzo en blanco, 
pero alguien me llevó al museo
y me llamó arte.
Quizá sólo se trate de encontrar a quien te sigue mirando cuando tu cierras los ojos.


sábado, 20 de febrero de 2016

Quiérela, y deja que se quiera

No necesitamos que nos digan lo guapas que estamos, o lo bien que nos queda la ropa o la luz sobre la piel desnuda, porque no lo hemos pedido. Tampoco que alaben nuestro pelo, ni que nos quieran recién levantadas y con ojeras, que para eso ya nos queremos nosotras.

Dile lo inteligente que es, lo bien que le queda una sonrisa en la cara.
Joder, dile lo contagiosa que es su sonrisa, que deje de creer en cuentos porque las mariposas no son de amor, sino de angustia. 
Explícale que no debe tenerle miedo al monstruo de debajo de la cama, sino al que le exige y le dice que la ama por encima de todo, incluso de ella misma.

Recuerdale lo valiente que es, que los precipicios no dan tanto vértigo si tiene gente que la quiera y la cuide. Y pregúntale también si su reflejo sigue haciéndole burlas, porque no sabe que cuanto más aprende, más bonita es.
No le dejes ser una princesa, porque seguro que no quiere dormir por 100 años en la torre más alta de un castillo custodiado por un dragón.
No le digas que necesita ser salvada por nadie. 

Demuéstrale que no son 3 cifras las que la describen, que llorar es humano y que no es más débil por hacerlo, que la vida no consiste en llegar a ser apta para alguien, sino en mirar atrás y estar orgullosa de tu pasado.

Dile que la quieres, porque no siempre lo sabe.

Quiérela, y deja que se quiera.


domingo, 7 de febrero de 2016

A las ovejas negras

Otra vez estoy aquí, escribiendo desde la comodidad de mi cuarto las cosas que soy incapaz de decir en voz alta.

Siempre he creído que ser diferente era algo bueno, que nos hacia mejores que el resto que son simples copias de una realidad que solo soñamos, y que por esto mismo somos privilegiados.
Nos enseñan que esto está bien, que nos merecemos ser mejores y únicos, que podemos hacer el mal aunque haya consecuencias, que el tiempo es oro y debemos estudiar y trabajar para que el rato que estés aquí merezca la pena. Nos dicen que debes ser productivo, que aspiras a servir para algo, o para alguien. Enseñan que el hombre es mejor que la mujer, que los ancianos han agotado su tiempo aquí y pueden ser olvidados en un asilo, que las niñas son débiles, que siempre exageramos y nunca es para tanto, que el sufrimiento no es verdadero si no te afecta a ti y que una tragedia solo es tragedia si sale por televisión.
Nos dicen que la moral y la humanidad existe.
Yo ya no me lo creo
No somos tan diferentes. Es cierto que existen cosas que nos separan, como una ideología o una injusticia, o incluso el mar es una barrera física que nos separa.
Si dejásemos de mirar fuera de nosotros y de pensar que somos el ombligo del mundo, llegaríamos a la conclusión que son más cosas las que nos unen que las que nos separan.
Cada uno tiene un concepto distinto de lo que es la vida, y por tanto cada uno gasta su tiempo en lo que cree que es su forma de estar en el mundo. Todos queremos, y cada uno lo hace a su manera: con la cabeza, con el corazón o con las entrañas. Todos y cada uno de nosotros somos capaces de desear la peor de las desdichas a quien nos hace daño y de echar de menos hasta que las mariposas del estómago se conviertan en angustia sin pasar por la fase de pupa.
Y tal vez nos divida nuestra biología y algunos tengan más suerte que otros. Tal vez algunos sigan en este sueño utópico donde uno es más que el otro, y no se den cuenta de que todos somos esclavos del mismo sistema y que somos ovejas del mismo rebaño.
Somos diferentemente iguales, pero por suerte existen las ovejas negras, y quiero agradeceros vuestra existencia porque me salvasteis la vida, porque yo también me sentía atrapada en un mundo que no consideraba mio y ahora soy un poco más libre.
Seguid siendo extraños, que eso es lo que mueve el mundo.

domingo, 17 de enero de 2016

Gato negro

Soy un cristal roto que refleja mala suerte para quien se mira en él, como un gato negro. Y quien dice cristal, dice pozo. Quien dice pozo, oscuridad. Nada.
Nunca me conoceré porque no dejo que nadie lo haga, porque la tristeza engulle y quema a quien la mira a los ojos, porque avance lo que avance siempre estará ahí. Nunca estamos solos, porque ella siempre vendrá contigo, cambies lo que cambies y hagas lo que hagas será fiel a tus ojos nublados por los recuerdos del pasado y los sueños de un futuro inalcanzable.
Os sorprendería lo lejos que se puede llegar desde el punto en el que dijiste que era tu final, los esfuerzos sobrehumanos que hacemos por salir del desengaño y abrir los ojos.
No sabéis lo difícil que es mirar cara a cara al sol y que este te devuelva nubes de tormenta.

Duele, duele muchísimo que la tristeza decida acampar en ti y regalarte unas ojeras infinitas, que tu pelo decida que debes parecer más león que persona, que tengas los ojos tristes de llorar y no poder vocalizar una sola palabra porque no será más bonita que el silencio.
Duele creer que sientes cerca a alguien que se encuentra a universos de ti. Ese alguien a quien tampoco conocerás, porque las tristezas se repelen.

Nunca podré quererme a mi misma como quiero a mi tristeza y a mi amor por los demás, tampoco sé si podré querer de verdad, pero lo estoy intentando.

No hay nada más bonito que la lluvia en un mundo roto, o el sol en un día frío cuando no puedes abrazar a la persona que te cala hasta los huesos.


viernes, 8 de enero de 2016

Recopilación

"El olvido es una disciplina sin geometría. El amor consiste en una cara donde quedarse a vivir, un dolor que no se va con aspirinas. Es un poema gris.
Ningún poema sirve para explicar el vacío que despedirse arroja sobre los muelles del mundo.
Eres demasiado como para abarcarte con palabras.

A veces no es que el mundo sea triste, sino que son mis ojos los que albergan la tristeza con que lo miro y que empapan todas las cosas que me rodean. Yo sé que la melancolía me pertenece, y que quizá nadie se de cuenta de ningún tipo de tristeza, pero lo que tengo claro es que el hecho de que sigas durmiendo tan lejos de mi es lo más triste que le ha pasado al amor en toda su vida.
Resulta agotador que en nuestras cabezas siempre tenga que ser todo para siempre y que existe un amor capaz de transformar en madera las cenizas. Pero, a veces, apetece fundir dos soledades en una sola y construir un mundo desde el principio, como si la historia no contase y el tiempo y el espacio no estuviesen ahí.

Quisiera decirte que todos los finales eres tú, no escribir cien veces un mensaje antes de mandarlo para acabar diciendo nada, decirte que estoy cansado de estrellar mi cuerpo contra tu ausencia y que del maletero reventado de mi vida sólo quedan cartas de amor sin entregar.
Se empezó a cumplir esa extraña teoría de que el amor son vasos comunicantes donde uno quiere y el otro se deja querer. Y yo, que tantas veces te esquivé, empecé a quererte. Vamos, lo normal.

Quisiera envolver mi tiempo en el papel de la alegría, envolverlo contra la humedad de las cosas que ya no pueden cambiar, y salir al mundo como la chica de la tarta y olvidar, por unos minutos, mi contrato a jornada completa con mis inseguridades.
No es que en mi cartelera solo proyecten "la historia del hombre que anochece", o que el mundo se haga el dormido y no me escuche, es solo que me parece que la felicidad es una pila recargable, y desde que hablé con ella no encuentro el ladrón.

Y aún así, me temo que lo importante nunca soy capaz de explicartelo. Pero echar de menos es renunciar al presente.
El día pasará y la vida seguirá, ganarán y perderán lo mismos, y quizás, si eres paciente (y te perdonas), la vida deje de ser ese autobús que se escapa justo cuando llegabas a la parada".